lunes, 25 de julio de 2011

10k

La carrera empezaba y era un domingo por la mañana. A las 7:30 salí de casa con el polo de la competencia y el “kit” en mano. Decidí ir en taxi, seguramente todo alrededor estaría copado y tardaría demasiado en encontrar un sitio donde estacionar y en caminar hasta el punto de encuentro de los corredores.

En la avenida Ayacucho todavía no pasaban muchos carros por la hora que era, hasta que un taxi con pasajeros se detuvo, un chico de copiloto y un señor con una chica atrás, me preguntaron si iba a la maratón y se ofrecieron a jalarme, “oh,gracias”, dije y subí al taxi. Tras contar eso a algunas personas, casi todos me tildaron de loco pues ninguno de ellos llevaba puesto un polo de la competencia y además eran totalmente desconocidos para mi, decían entre muchas cosas que podían secuestrarme o hasta matarme. Dentro del taxi converse con ellos y me dijeron que “nosotros”(el señor y la chica) iban de sapos a correr y que solo el chico de adelante había pagado, al parecer me encontraba al lado de la hija del señor de la izquierda y hermana del chico de adelante. En corto tiempo estábamos cerca del Pentagonito. Me despedí de ellos al bajar, agradeciendo nuevamente y me fui a estirar y a colocar el chip en las zapatillas como hacían todos en el gras.

Busque desesperadamente tomar harto Powerade porque habían recomendado hidratarse bastante un día antes y no lo hice, solo pude tomar 2 vasos tras una cola y caminar hacia el punto de partida de la carrera, que a decir verdad para mi fue muy lejano, tanto asi que dicen que del primero en partir al último de la 10k pasaron 16 minutos, aunque creo que eso es falso…Solo sé que yo me encontraba biennnn lejos porque habían personas que empujaban y se desesperaban por ir adelante, yo los dejaba pasar…total igual iba a llegar a la meta.

Mientras esperábamos largooo rato, arriba de la partida se encontraba una chica y un chico animando a la gente a estirar, a correr, a gritar…mientras yo escuchaba música y me concentraba pues mi practica para la maratón había sido de solo tres días, cuando pensé en entrenar por lo menos un mes, cosa que no hice. Vimos llegar gente de la escuela militar y de otras instituciones también, mientras esperábamos el pitazo o corneta finalmente de partida.

Finalmente a las 8:30 sonó una corneta, harto papel verde y blanco volaba. Algunos empezaron a “correr por sus vidas”, algunos empujaban y otros trotaban, como hacía yo. Había leído algo sobre guardar energías y que era mejor empezar de menos a más hasta agarrar un ritmo y tratar de mantenerlo en toda la maratón. También leí que algunas personas que iniciaban la maratón corriendo a toda velocidad, no lograban terminarla. Consejos leídos en el manual de la maratón, que todo ñoño leí con bastante atención.

La verdad, que en mis tres días de entrenamiento pensé haber llegado por lo menos uno de esos al kilometro y medio o dos kilómetros…el punto es que en esta ocasión el primer kilometro se hizo eternoooo y te mostraban cada kilometro con un numero inmenso, seguido de una K.

Me dije: “ya hice uno puedo hacer otro más”, así sucedió en los siguientes dos kilómetros. En el cuarto kilometro, realmente necesitaba descansar, ya había hecho unos ligeros cambios de ritmo para pasar a algunas personas a las que alcanzaba e iban a paso lento, también había visto que los pasadores de mi zapatilla derecha se habían desamarrado, y los de la izquierda (donde se encontraba el chip) estaban rumbo a hacerlo. Me dije, que tal vez había sido suficiente y que era todo lo que podía dar, total…no tenía ninguna obligación, pero no…¡debía seguir! Me había prometido terminar esa carrera, y además tenía algunas personas contaditas que confiaban en mi y no podía defraudarlos, también tuve mi grupo de opositores que me deseaban lo peor y se burlaban de mis metas. Por cierto, mi meta fue llegar en el “tercio superior”, es decir “si somos 900 participantes, llegar entre los primeros 300”, ¡meta que supere de lejos!

Entre el kilometro 4 y 5 vi un grupo de chicas y chicos entregando vasos con Powerade a los corredores, algunos paraban a tomar y otros tomaban mientras corrían y tiraban los vasos al piso, siempre me imagine haciendo eso y lo veía gracioso, aunque la verdad, todo alrededor termino biennn sucio. Fue así que pedí un vaso, lo tome mientras seguía corriendo y la mitad del contenido se caía por mi mentón hacia mi polo (un poquito asqueroso el comentario, pero así sucedió), tuve que cambiar de ritmo y casi caminar, tomarlo…tirarlo al piso y seguir trotando(seguía sin detenerme). Al rato empecé a sentir ganas de vomitar, tal vez porque los cables de los audífonos del MP4 rosaban mi garganta…me concentre en la carrera y trataba de no pensar en eso…aunque con el tiempo la sensación se tornaba peor y peor.

Cerca al kilometro 7, antes de cruzar la avenida Aviación y pasando un colegio o instituto que recuerde…un chico estaba rodeado de polícias y efectivos de serenazgo, parecía que ya no daba más, otro estaba tirado algo más allá siendo cuidado por un serenazgo, una señorita también con su spray ayudaba a los que lo necesitaban. Al cruzar la avenida Aviación, regresando ya al Pentagonito una señora tenía un cartel que decía: “tú puedes”, seguro era para todos pero igual quise agradecerle e hice lo que pude, porque la verdad estaba muyyyy cansado y no sé si habrá logrado entenderme. También empezaron a aparecer personas que daban ánimos mientras nos veían correr y a algunos correr con sufrimiento como lo estaba haciendo yo.

Llegue al kilometro 7 y un señor me advirtió que ya mis dos pasadores estaban desamarrados, tenía que en algún momento parar y amarrarlos pues podía caerme y mandar al tacho todo lo que ya había logrado, pensé nuevamente en detenerme ahí y volver a casa. Seguí corriendo y decidí parar luego de correr un poco más rápido para que “no me saquen mucha ventaja”, tuve que agacharme para amarrar ambas zapatillas, lo hice y al pararme sentí un dolor horrible en las piernas, muy doloroso(fue la única vez que pare de correr a lo largo de la carrera). Moví los cables del MP4 para que no rosen mi garganta y no siga con las ganas de vomitar, di un paso y empecé nuevamente a correr.

Nuevamente chicas y chicos entregando vasos de Powerade, tome uno más, lo tire al piso y seguí corriendo, a lo lejos ya tras pasar el kilometro 8, divisaba el 9 en grande, sabía que estaba cerca y ya había más gente apoyando en las calles.
Ya se veía “El Pentagonito”, cuando estábamos llegando y pasé por el kilometro 9, una banda empezó a tocar “Eye of the Tiger”, casi todos los que pasamos por la banda, empezamos a correr con más velocidad, era ya el último esfuerzo y ya podía ver la meta, corrí con pasos más largos para tratar de pasar a todos los que podía y la gente desde los lados animaba, tomaba fotos y gritaba de emoción, finalmente tras 58 minutos y un poco más, cruce la meta.

Lo primero que hice fue una expresión de ¡bien!, ¡lo hice!, no recuerdo si dije un “si,carajo” o un “bien mierda”, pero sí recuerdo que celebre de alguna forma el haber terminado la carrera, finalmente empecé a caminar y me dirigí a la entrega de medallas, no… no llegue en los primeros puestos, pero todos recibimos una medalla simbólica, la cual por cierto en estos momentos “no sé dónde está”, debe estar por ahí en el cuarto…

Una vez recibida la medalla, debíamos caminar por un amplio corredor para recibir unas botellas de Powerade, así como frutas de Vivanda, productos de Otto Kunz y de otras empresas, etc… Primero pase por las Powerade, tome dos botellas, aún conservo una de ese día, la que traje a casa, pues la primera la tomé rápidamente (lo que me costó un resfrío porque estaba helada).

Me percaté de que mucha gente estiraba y yo estaba tranquilo, cuando sentí que mis dos piernas se acalambraban al mismo tiempo, ahhh… me senté en el pasto y estiré ambas piernas, luego una por una… al rato seguí caminando para tomar más productos que entregaban de cortesía jeje.

Con algunos productos en mano, caminaba hacia la avenida Primavera para tomar un taxi, me encontré con la familia que me jaló, el chico me dijo que llegando a la meta vomitó, le conté que estuve a punto, hablamos un rato más y me despedí de él y de sus creo yo familiares. Intentaba tomar taxi mientras caminaba, pero todos pasaban con pasajeros, miles de carros estaban estacionados en los lugares menos pensados. Hasta que llegue a la avenida Primavera, tomé un taxi y el joven taxista me preguntaba con emoción por la maratón, le conté todo lo que pude, mientras llegaba a casa.

Una vez en casa pude “presumir” de mi medalla, no de primer, segundo o tercer puesto, para mí supera todo eso porque fue la meta que me trace y logré hacerlo.

domingo, 24 de julio de 2011

Hay tanta gente en la calle

Era el cruce de la av. Benavides con Panamá, tomé un bus rojo que iba en dirección a San Isidro. Tras subir al ya antiguo bus, me dirigí a un asiento que estaba al lado derecho (opuesto al conductor) y a unos cuatro o cinco asientos de la puerta de salida.

En el corto trayecto que tenía, ya que me dirigía hasta el Banco de Crédito o la F.C.C.T.P, pasaron dos cosas que no veo todos los días y que me dejaron pensando bastante. Fueron cosas que para algunos pueden carecer de importancia o valía, es obvio que si escribo acerca de eso…se debe a que de cierta forma tuvo algo que ha captado mi atención.

Ya sentado, solo en un asiento doble veo que al frente, un asiento personal más adelante se encontraba una señora que parecía estar riendo o contenta por lo sobresaliente de su pómulo derecho, al parecer o se apoyaba sobre algún objeto o recostaba su cabeza sobre la ventana.

Me preparaba como de costumbre en sacar mi MP4 y escuchar música, lo encendí y me percaté que la señora tenía un pequeño cachorro negro al cual besaba como si fuese su hijo y lo abrazaba con ternura. Lo extraño aquí fue que no era un cachorro de “carne y hueso”, era un peluche. Pensé en por qué lo hacía, tal vez tuvo un perrito al que quería mucho y ya partió al cielo o es el juguete de algún hijito o hijita…no sé…el punto es que me pareció muy tierna la señora haciendo eso y nunca sabré por qué lo hacía, debería preguntar ¿no? Total, que puedo perder…un insulto o una respuesta cordial.

La señora se bajó en Angamos y la seguí con la mirada, seguía entregándole mucho cariño al peluche. Cambio la luz del semáforo y avanzamos, culminando o iniciando ACE se encontraba un “loquito”, muchas veces más cuerdo que algunos “sanos”, rodeado de bolsas amarillas de Metro. Tenía exactamente 6 a cada lado, colocadas ordenadamente en 2 filas de 3 bolsas. Pude ver que cada vez juntaba más las bolsas a su cuerpo y pensé: “ja, pero que loco…que hace con esas bolsitas, lo pueden botar los abusivos de los vigilantes”…

Me di cuenta que fui un tonto, por juzgarlo de loco…ese día sentí mucho frío y eso que no soy friolento, al no tener con que abrigarse encontró algo con lo que podía…y yo lo tildaba de loco, por más que tenía la “pinta” como se dice… Justamente cuando pasaba con el bus, frente suyo estaban unos señores intercambiando billetes, en no más de 5 metros se veían dos realidades totalmente distintas en un mismo sitio con ingentes diferencias en todo sentido también.

Ahora, no sé por qué me sentí mal, realmente mal…casi vuelvo a mi casa a seguir lamentándome por algo que seguramente no tenía que… pero al ver esa escena pensé en como a veces gastamos plata en tonteras o por vanidad, cuando personas con los mismos derechos que nosotros, que deberían también de gozar de lo mismo que nosotros, llevan esa vida. Sí, puede que algunos busquen ese estilo de vida, pero algunos merecen una segunda oportunidad de la sociedad, el no ser marginado sin antes conocer y dejar esas estúpidas “etiquetas” que colocan algunos a lo desconocido, pero cercano.