domingo, 24 de julio de 2011

Hay tanta gente en la calle

Era el cruce de la av. Benavides con Panamá, tomé un bus rojo que iba en dirección a San Isidro. Tras subir al ya antiguo bus, me dirigí a un asiento que estaba al lado derecho (opuesto al conductor) y a unos cuatro o cinco asientos de la puerta de salida.

En el corto trayecto que tenía, ya que me dirigía hasta el Banco de Crédito o la F.C.C.T.P, pasaron dos cosas que no veo todos los días y que me dejaron pensando bastante. Fueron cosas que para algunos pueden carecer de importancia o valía, es obvio que si escribo acerca de eso…se debe a que de cierta forma tuvo algo que ha captado mi atención.

Ya sentado, solo en un asiento doble veo que al frente, un asiento personal más adelante se encontraba una señora que parecía estar riendo o contenta por lo sobresaliente de su pómulo derecho, al parecer o se apoyaba sobre algún objeto o recostaba su cabeza sobre la ventana.

Me preparaba como de costumbre en sacar mi MP4 y escuchar música, lo encendí y me percaté que la señora tenía un pequeño cachorro negro al cual besaba como si fuese su hijo y lo abrazaba con ternura. Lo extraño aquí fue que no era un cachorro de “carne y hueso”, era un peluche. Pensé en por qué lo hacía, tal vez tuvo un perrito al que quería mucho y ya partió al cielo o es el juguete de algún hijito o hijita…no sé…el punto es que me pareció muy tierna la señora haciendo eso y nunca sabré por qué lo hacía, debería preguntar ¿no? Total, que puedo perder…un insulto o una respuesta cordial.

La señora se bajó en Angamos y la seguí con la mirada, seguía entregándole mucho cariño al peluche. Cambio la luz del semáforo y avanzamos, culminando o iniciando ACE se encontraba un “loquito”, muchas veces más cuerdo que algunos “sanos”, rodeado de bolsas amarillas de Metro. Tenía exactamente 6 a cada lado, colocadas ordenadamente en 2 filas de 3 bolsas. Pude ver que cada vez juntaba más las bolsas a su cuerpo y pensé: “ja, pero que loco…que hace con esas bolsitas, lo pueden botar los abusivos de los vigilantes”…

Me di cuenta que fui un tonto, por juzgarlo de loco…ese día sentí mucho frío y eso que no soy friolento, al no tener con que abrigarse encontró algo con lo que podía…y yo lo tildaba de loco, por más que tenía la “pinta” como se dice… Justamente cuando pasaba con el bus, frente suyo estaban unos señores intercambiando billetes, en no más de 5 metros se veían dos realidades totalmente distintas en un mismo sitio con ingentes diferencias en todo sentido también.

Ahora, no sé por qué me sentí mal, realmente mal…casi vuelvo a mi casa a seguir lamentándome por algo que seguramente no tenía que… pero al ver esa escena pensé en como a veces gastamos plata en tonteras o por vanidad, cuando personas con los mismos derechos que nosotros, que deberían también de gozar de lo mismo que nosotros, llevan esa vida. Sí, puede que algunos busquen ese estilo de vida, pero algunos merecen una segunda oportunidad de la sociedad, el no ser marginado sin antes conocer y dejar esas estúpidas “etiquetas” que colocan algunos a lo desconocido, pero cercano.

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