lunes, 11 de octubre de 2010

Goles de cabeza de San Pedro

Hace unos días siendo de noche, regresaba de Miraflores y luego de pasar por el semi-oscuro parque Alvariño, tenía que seguir con el oscuro parqué Liguria, el que se encuentra detrás de mi casa. Pude ver que en la cancha, esa que parece pista, en la que caí tantas veces de niño…estaban un señor con un niño, fue así como recordé algunas anécdotas que tuve con mi tío en el parque.

Ya hable de mi tío Raúl en otro escrito, pero aquí también van unas cosas más: Esos días en que él sin interés alguno venia a mi casa a las 6-6:30 de la mañana para ir a la Iglesia, tras eso y tener un rico desayuno, pasaba el rato y sin que no hubiese alguien que le dijese: ‘oye vamos, sal con Carlo que se aburre’ (siempre me quejaba de aburrimiento); él me animaba a salir a jugar ‘fulbito’.

¿Acaso se cambiaba y traía unas zapatillas deportivas, un short y una camiseta? No. El siempre vestía con pantalón de vestir y camisa, con zapatos ‘formales/casuales’ también. Aún así nunca se molesto en ir a jugar conmigo al parque.

Estando los dos en la cancha con el tremendo sol que había, él pateaba la bola hacia el cielo, diciendo: ‘hasta que la cabeceé San Pedro’.

Jugábamos arco contra arco y así como el me hacía correr para que no me encajaran un gol, yo lo hacia correr a él, y se veía que disfrutaba tanto del juego como yo. Así mismo una vez jugamos con un loco, que siempre paraba por la zona, el orate pues apestaba y jugaba muy bien…le tiro una pelota a mi tío y le dio en los lentes, no se molesto, se rio, son cosas que pasan ¿no?

Luego de jugar en el parque, nos ibamos ya sin el loco a la tienda, donde mi tío en ocasiones me compraba helados de frutas muy ricas, que no podía comer pues eran: ‘muy helados’, según yo.

Ah, cabe agregar algo, mi tío Raúl, no fue un tío de sangre, ningún lazo familiar nos unió, tal vez la coincidencia de que tengo su segundo apellido, pero el vale más, mucho más que cualquier familiar que pueda tener alguien que este leyendo esto, sigo pensando que era muy bueno para este mundo.

Ahora está con San Pedro, quién sabe si en la locución de un programa con él o jugando fulbito como jugábamos cuando era niño. Algún día espero pueda regalarle esos momentos (como los que me regalo mi tío) a alguien, que para mi son inolvidables.

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